Salvados por el grano

Hola, pedalistas.
Ahora sí, por fin, llegó el momento de inaugurar este espacio con una primera historia desde la carretera. Desde la trocha, para ser preciso.
Hace unos días viajé al sur del Tolima (en la imagen de arriba, la finca Buenavista) y recorrí 32 kilómetros de tierra, fango y piedras en una bicicleta de montaña para hablar con Astrid Medina y Daviel Oyola, dos cultivadores muy distintos que le apuestan al café para reconstruir sus vidas en una tierra azotada por violencias sucesivas.
Ella fue víctima de las Farc. Él combatió en esa guerrilla extinta. Pero ambos, sin conocerse, comparten ahora un rasgo común: el de la esperanza a toda prueba. La que ambos ponen sobre una planta que no da sombra, y sin embargo cobija.
Sírvanse una taza de buen café y conozcan estas historias.
Buen provecho.
Su padre fue asesinado muy cerca de la finca familiar al sur del Tolima. Pero ella, mientras otros huían, decidió permanecer en esa tierra violenta. Con los años logró colmar el suelo disponible con muchos palos de café. Ahora exporta a Japón un grano premiado y de altísima calidad.
Hagan clic y escuchen su historia, que produje junto a Sebastián Payán.
Adiós a las armas

Decenas de exguerrilleros viven entre el bosque mientras emprenden un proyecto cafetero.
Daviel Oyola, alias Óscar Murillo, quisiera pasar más tiempo en Morales, el pueblo del Cauca donde nació hace 41 años. Pero hay riesgos que se lo impiden.
—Uno hacia el final de la guerra se hacía muchas ilusiones y pensaba que iba a poder juntarse con su familia, pero la realidad es otra. Nos están matando —dice ahora frustrado.
Daviel se sumó a las Farc en el Huila cuando tenía solo 14 años. Pertenece a una generación de colombianos que creció en las zonas rurales viendo a la guerrilla como una autoridad única y natural. Durante los últimos enfrentamientos hizo parte de un bloque móvil —480 hombres— que combatió en el Chocó, en el Cauca y en el Valle. Después se desmovilizó y llegó al Tolima, donde tiene una esposa y una hija que nació en una época de paz relativa. Sin embargo, para evitar sustos, Daviel prefiere permanecer con ellas en la vereda El Oso, a las afueras de Gaitania, municipio de Planadas, donde intenta volver a la vida civil junto a otros excombatientes.
Tras la firma del acuerdo entre las Farc y el gobierno en noviembre de 2016, a este espacio de casas construidas entre el bosque junto al río Atá llegaron 156 exguerrilleros listos para entregar sus armas. Decenas de fusiles fueron almacenados en un contenedor. Y Daviel, con otros quince hombres y algunos delegados de Naciones Unidas, fue el responsable de custodiar el arsenal hasta que fue fundido para convertirlo en arte. Una vez desarmados, los excombatientes empezaron a buscar un nuevo oficio.
—Probamos sembrando fríjol, pero no funcionó. Se perdieron las cosechas.
En 2017 y por sentido común, junto a otros camaradas, Daviel decidió apostarle al protagonista local: el café. Crearon una organización que hoy reúne a 49 hombres y 14 mujeres, dedicados a la producción en distintos lugares del departamento. Lo bautizaron Tercer Acuerdo, para honrar los pactos que esta región ha logrado en busca de sosiego y prosperidad. El primero fue entre las Farc y los indígenas nasa wes’x, que se firmó en 1996. El segundo pasó por La Habana, Cartagena y finalmente Bogotá. Y ahora este, que los excombatientes han suscrito con varias instituciones para cultivar café y eludir un posible retorno a la guerra.
—Ahora estamos produciendo entre tres y cuatro toneladas al año —dice Daviel con orgullo.
En apenas una hectárea, junto a la trocha que comunica Gaitania con la vereda San Miguel, los antiguos guerreros cuidan tres mil arbustos para sumar su producción a la Mesa Nacional de Café. Unos 900 excombatientes, asociados como emprendedores en 30 organizaciones, planean ahora lanzar una nueva marca.
—Lo vamos a hacer en noviembre, para el quinto aniversario de la paz.
Son noticias venturosas y Daviel habla con optimismo, pero el escenario en el campo es todavía retador y su ánimo se vuelve sombrío cuando lo evalúa. No es un dilema nuevo. A principios de los años sesenta la falta de oportunidades estimuló aquí el nacimiento de las Farc. Hoy, dice Daviel, la falta de apoyo para vivir de la tierra sigue vigente en esta zona del país.
—Para nosotros es importante mantenernos acá, pero hablamos con los campesinos y vemos cómo todavía hay abandono en estas tierras. Acá todo el mundo se dedica al café. Los que siembran plátano o alguna otra cosa es apenas para su consumo, porque los precios no dan para sacar y vender. Lo que comemos llega de afuera; la zona no es autosuficiente.
La violencia, la pobreza y las trochas de siempre conspiran contra la paz, advierte Daviel.
—Estamos a tres horas de Marquetalia, donde empezó la guerra. Hoy la problemática es la misma, y se puede repetir. Aquí los primeros que se armaron llegaron a un acuerdo y entregaron las armas, pero fueron traicionados y los mataron. Ahora nosotros queremos cumplir, y también nos matan. Nos muestran que no hay más solución, sino las armas.
La culpa, dice, es del Estado, que ha incumplido su parte del acuerdo. Los excombatientes no encuentran políticas de reinserción eficaces y sostenibles que les permitan vivir como nuevos ciudadanos. La única esperanza, al menos en esta zona intrincada del Tolima, palpita en un grano de apariencia insignificante, que nace de este suelo castigado y se transforma por la tozudez de los hombres y las mujeres que lo siembran.
Aquí durante años se mataron los rojos, los azules y los que visten de verde camuflado. Pero ahora, por encima de la ideología, todos coinciden en torno al fruto nacional. La oportunidad de superar el pasado, convivir y ojalá prosperar tiene hoy un solo color: el del café tostado.
Lo que viene

Una curva de tantas por venir.
Y eso es todo por hoy, pedalistas. Ahora planeo nuevos viajes al Cesar, a Antioquia, a La Guajira. Pronto les enviaré noticias desde la ruta. Si les gusta el boletín y quieren verlo crecer, pueden recomendarlo en sus redes.
¡Dale pedal!
Sinar Alvarado @sinaralvarado
Colombia en dos ruedas.
Bienvenido, esta es tu casa. Pero te advierto que no se trata de un hogar convencional. Aquí vivimos "en constante preparación de fuga", como Papillón. Sobre la bicicleta, el vehículo más colombiano, viajamos por el país para descubrir historias relevantes y compartirlas por esta vía. Solo por esta vía. Aquí encontrarás textos, fotografías, audios narrativos y videos cortos. Relatos variados, porque así es nuestro interés. Estamos enfermos de curiosidad, y allá afuera hay todavía mucho por descubrir.
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